domingo, 7 de octubre de 2007

Albufera de Anna "La leyenda del conde de Cervelló"

La Albufera de Anna tiene una superficie de veinte mil metros cuadrados y está situada a 193 metros sobre el nivel del mar.

A la albufera llega un caudal de 24000 litros por minuto. El entorno del estanque se ha convertido, desde hace años, en un parque municipal que, sobre todo en verano, se ve muy concurrido por las múltiples posibilidades que ofrece, paelleros, camping, restaurantes, paseos en barca, parque infantil, merenderos, etc.

Tan agradable paraje está ligado a una leyenda de la que es protagonista el conde de Cervelló, señor territorial de Anna. Cuenta el relato que un grupo de caballeros llegados de la Capital, invitados por el conde, fueron a cazar en sus tierras. Tras una estupenda jornada de caza, el grupo abatió numerosas piezas, pero la de mayor tamaño, malherida solamente, huyó a refugiarse en la espesura del bosque que rodea la Albufera. El mismo conde, seguido de su criado, corrió tras el animal herido y lo encontró refugiado en el interior de una cueva que, hasta el momento, no había visto nadie. Sorprendidos los dos hombres penetraron en la cavidad y descubrieron, que dentro brotaba una caudalosa fuente subterránea. El agua, mediante un ingenioso sistema de compuertas, era distribuida por diversas conducciones. El conde de Cervelló se percató inmediatamente que aquella fuente, posiblemente, era el nacimiento que alimentaba todos las fuentes del término.

Algunas compuertas estaban abiertas y por ellas circulaba libremente el agua, correspondían seguramente a las fuentes subterráneas que alimentaban la Albufera. También había cerradas, lo que había secado otras fuentes que ya estarían perdidas y olvidadas por la gente y los campos que regaban antaño, abandonados. El conde dedujo que la obra se debía, sin duda, a los “moros”; estos, cuando fueron derrotados y expulsados de aquellas tierras, se marcharon llevándose el secreto del lugar desde donde se regulaba el caudal y distribuían las aguas de la gran fuente subterránea. El conde Cervelló quedó perplejo ante el descubrimiento y no supo, de momento, que partido tomar, si hacer público el descubrimiento o mantener el secreto y no decir a nadie lo que había encontrado. Optó por guardar silencio, pensando que de esta manera protegía su señorío de posibles desavenencias. Así, mandó a su criado tapar con piedras y barro la entrada de la cueva y guardar celosamente el secreto de lo que había visto. El criado cumplió la orden de su señor, y el tiempo y la maleza completaron la obra, de manera que todo quedó perdido y olvidado para siempre.

Recientemente el Ayuntamiento de Anna ha rehabilitado y abierto al público el palacio del conde de Cervelló, que puede ser visitado. Consultar horarios en la oficina de información turística que hay a la entrada del pueblo.

Leyenda del conde Cervelló extraída del libro “Rutes Valencianes” Volum 2 de J. Soler Carnicer, editorial 3 i 4.

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